lunes, 18 de marzo de 2013

El vagabundo

Tan pequeño, tan solo. Inocente e indefenso en este mundo, vagaba por las calles en busca de amor. Solo, triste, pero con la esperanza siempre en pie, de que alguien algún día lo iba a querer. Aunque ya era demasiado viejo. Toda su vida estuvo en las calles, en busca de un ser que supiera apreciar su amor. Caminaba, y tal ves llegaba a encontrar algo de comida. La gente del barrio pocas veces lo alimentaba y le daba agua. Cansado seguía su viaje, sin rendirse nunca. Un verdadero héroe que vagaba solitariamente por el mundo. Los años pasaban, seguía solo. Quizá alguien por la calle le mostraba cariño, o sentía ternura por el, así que los seguía, ya que toda oportunidad de un hogar no se debe desperdiciar. Pero lo único que recibía era el rechazo. Pobre perro.. tan inocente y tierno. Pensaba que, quizá nadie lo quiso por su raza, que ni raza llegaba a ser. O por su edad. llego a los 10 años, a los 13, hasta los 17, caminando y caminando, con sus patitas tan débiles que casi o sentían el suelo. ¿Nadie sentía nada por el ? ¿por que? comenzó a sentir frió, día a día, y empezó a enfermarse. Hasta que un día, en la calle, solo como siempre ... se acostó en una esquina intentando calentarse, y sus ojos estaban a puntos de cerrarse. Húmedos estaban, tristes se reflejaban. Pobre perro. lo único que quiso era amor. Era lo único que pidió en sus 17 años de vida. Pero nadie se atrevió a dárselo, nadie. Solo pasaban y lo miraban, a veces con ternura, otras veces con desprecio. 

Cuando el perro estaba a punto de cerrar sus ojos, alguien apareció. Una figura humana, pero algo lo hacia diferenciarse. Era un alma cálida y gentil. Una niña. Sus padres no la acompañaban, pero no parecía perdida. Se acerco a el y lo miro tiernamente. Este le devolvió la mirada. Lo acarició, y se fue. Él ya no quería ilusionarse mas. Sus viejas piernas no tenían las proteínas suficientes para levantarse. Pero vio que la niña volvió con un trozo de carne. Atrás de ella vino alguien mas, con mucho aprecio hacia ella. Parecía ser su madre, quien llevaba consigo un plato con agua. Le acercaron el agua y la carne al viejo vagabundo. Este comió y bebió todo desesperadamente, gimiendo de hambre pero felizmente. Al pobre viejo ya no le respondía bien el cuerpo. Tan solo se sentía, que no quería seguir luchando. Entre la niña y su madre lo cargaron hasta su casa, y lo acostaron en una alfombra, caliente y suave. Y se vio una mirada en aquel perro. Una mirada que nunca antes había tenido. Su cola, luego de mucho tiempo, se movió en forma de felicidad y agradecimiento. Sintió que había conseguido un hogar, pero eso no detiene el tiempo. Su vejez era imparable  y sus años de vida eran ya los que había necesitado. El perro, en la alfombra, calentito y contento cerró sus ojos. Su búsqueda había terminado. Había encontrado el amor, un hogar. Luego de tantos años pudo volver a sentirse como un cachorro. Parecía dormido, tranquilo, pero a la mañana siguiente, no pudo volver a despertar.
                                     

No hay comentarios:

Publicar un comentario